Santi Rodríguez: “Mi abuela me enseñó a pensar en positivo y a disfrutar de la vida, que se nos pasa volando”

By 7 d'octubre de 2020 octubre 21st, 2020 cultura

Santi Rodríguez es un actor y showman español, famoso por interpretar al frutero de 7 vidas, personaje que propulsó su carrera y le hizo conocido entre el gran público. En sus más de 25 años de trayectoria, ha participado en distintos programas de televisión como El hormiguero, ¡Ahora caigo! o Atrapa un millón, entre otros, así como en varias series de televisión como Gym Tony, 7 vidas o Periodistas.

Cuéntame un poco. Tú estudiaste Derecho…

Yo estudié derecho por lo típico de tus padres, que quieren que tengas una carrera “normal”. Pero yo cada vez tenía más claro que eso no era lo mío. 

¿Cómo recuerdas tus inicios? 

Muy complicados… Piensa que cuando yo empecé no había absolutamente nadie que hiciera monólogos. Ahora todo el mundo sabe lo que es el stand up comedy y demás, pero en aquel entonces no. Y claro, fue duro porqué la gente no estaba acostumbrada a que se parara la música y un tío empezara a hablar, pero al mismo tiempo también me sirvió para aprender mucho. Creo que en la vida, las dificultades sirven para reforzarte y que de todo se aprende. Y la verdad es que tengo muy buen recuerdo de esa época. 

Pasaste a ser una cara conocida con “el frutero” de 7 vidas

Sí. Piensa que cuando yo empecé en la serie, no era como ahora que hay mil plataformas distintas y se consume mucho Internet. En aquel entonces solo había cinco cadenas de televisión, más la autonómica, y 7 vidas tenía una audiencia de ocho millones de espectadores. Fue un cambio brutal, pasar de ser una persona completamente anónima a ser una persona que todo el mundo conocía. 

Tu personaje gustó mucho. ¿Se te sigue recordando por el frutero? 

Sí, sí. Y además es cierto que, incomprensiblemente, gustó mucho. Y digo eso porqué mi personaje era  un auténtico impresentable; misógino, xenófobo, racista… Vamos, que lo tenía todo para dejarlo abandonado en una gasolinera, y sin embargo, cayó bien. Y yo me alegro porque lo que estábamos haciendo con ese personaje era criticar a este tipo de gente, intransigente. Aunque también te digo que hoy en día, a lo mejor no hubiese tenido cabida… Habría recibido demasiada crítica y no se habría entendido.  

¿Alguna anécdota del rodaje? 

Ufff, muchas. Por ejemplo, los viernes grabábamos el capítulo con público y al terminar, nos daban el guión del siguiente para trabajarlo en casa durante el fin de semana. La cosa es que siempre se hacía una lectura italiana, pero lo primero que hacía todo el mundo, nada más tener el guión, era mirar a quién le daba la colleja Sole. Era increíble. De hecho, a mí hasta que no me dieron la primera colleja, no pensé: “Vale, ahora sí. Ya estoy en la serie”. (Ríe)

¿Es casualidad que el frutero no tenga nombre?

(Ríe) En realidad sí lo tiene, pero solo lo sabemos dos personas. De hecho, después de un tiempo, yo mismo les dije a los guionistas: “Tíos, yo quiero saber como me llamo”. Y ellos, con buen criterio, me dijeron que el hecho de que no se conociera mi nombre, era algo aún más gracioso. 

De hecho, en la serie hay varias veces que voy a decirlo y siempre me cortan o no se me entiende porqué tengo la boca llena. Es más, en un libro que sacó 7 vidas, en el índice hay un apartado que pone: “El nombre del frutero” y cuando vas a la página, dice: “Pues el nombre del frutero, que todos queréis saber cuál es, es…” y encima del nombre hay una mancha de tinta. 

La cultura se ha llevado un gran golpe con la pandemia. ¿Cómo lo estás viviendo?

Imaginaba que lo íbamos a pasar mal, pero no que lo íbamos a tener tan en contra todo. Yo creo que todos los artistas coincidimos en que las instituciones, y no entro en cuestiones de política, no están demostrando la más mínima sensibilidad con los actores. 

Yo he suspendido actuaciones, con miles de protocolos de seguridad, de separación de filas… ¡Es que de verdad que es increíble como está montado todo! Y me choca que aun así, su discurso siga siendo: “No se puede hacer y no se hace”. 

El otro día, cuando terminé mi primera función en Madrid y la gente se puso en pie, me emocioné. Agradezco muchísimo que a pesar de todo, siga habiendo gente que viene al teatro. Yo intento ser optimista, a pesar de que no nos lo estén poniendo nada fácil, y espero que esto poquito a poco vuelva a ser lo mismo de antes.

Sufriste un infarto y supiste sacarle provecho.

Sí, la verdad es que tengo facilidad para ver el lado bueno de las cosas horrorosas y lo que hago en el escenario es solo un ejemplo más. Afortunadamente, mi abuela me enseñó a pensar en positivo y a disfrutar de la vida, que se nos pasa volando. 

Estoy muy contento con este show porqué hay mucha gente que cuando tiene una enfermedad grave, no remonta. Entra en un bucle tóxico de pensar: “Qué chungo”, “Cómo me ha cambiado la vida…”. Y no, tío. Ese no es el referente. Lo que tienes que pensar es: “Qué guay que en esta no me he quedado”. 

Al final, el mensaje que quiero transmitir con Infarto ¡No vayas a la luz! es: No te lamentes y de la manera que puedas, disfruta de lo que tienes ahora. Cuesta lo mismo. 

¿Se puede decir todo con humor?

Yo creo que sí. A ver, según el sitio, ¿eh? Ojo. Hay momentos en que el contexto no es el adecuado para según qué cosas. Pero si vamos a jugar, juguemos a todo. Es decir, o se transgrede todo o no se transgrede nada… Siempre habrá alguien que se ofenda por lo que estamos haciendo.

De hecho, yo tengo compañeros que hacen un humor que a mí personalmente no me gusta, pero aunque no me guste o me molesten algunas cosas, comparto la opinión de aquella frase célebre, que dice: “Puedo estar en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. 

¿Cuál dirías que es el aspecto más negativo de vuestra profesión?

La distancia con tus seres queridos. Mi primera hija, por ejemplo, nació mientras yo estaba en Madrid grabando 7 vidas y no la vi nacer. La vi a los tres días y además con un parto difícil… Te pierdes muchas cosas y créeme que eso es muy duro. 

Igual que ha habido momentos en que mi mujer ha tenido que sacar la casa adelante ella sola. Y obviamente, cuando estoy, mi implicación es al dos mil por cien, pero desgraciadamente, las cosas que ya han pasado, no las puedo arreglar.

De toda tu carrera profesional, ¿de qué proyecto te sientes más orgulloso? 

De lo que más orgulloso estoy es de mi faceta solidaria. Llevo 12 años con el Festival Santi y sus amigos, una gala de humor y jornada familiar y de deporte cuyo fin principal es hacer visibles y recaudar fondos para la Asociación Síndrome de Down de Jaén. 

¿Como nació la iniciativa?

Porqué conocí a uno de los trabajadores de la Asociación y me invitó a pasarme por allí. Cuando fui, me dí cuenta que aquello era inaceptable. La sede antigua no reunía las condiciones mínimas ni dignas para una gente que tiene ciertos problemas de movilidad. 

Ellos estaban ya con el proyecto de un nuevo edificio y pensé: “Tengo que arrimar el hombro aquí”. Empezamos con el típico calendario, que funcionó muy bien, pero me dí cuenta que con eso no hacíamos nada y empecé a pensar otras ideas. El primer año lo intenté y fue inviable, pero al segundo, gracias a una serie de gente que me echó una mano, empezamos a funcionar y fue un exitazo. Comenzamos con el apoyo de seis empresas y a día de hoy ya son 64 las que nos respaldan, además de patrocinadores, colaboradores y toda la ciudad volcada. 

Y por último, dentro de lo que se pueda predecir dada la situación actual…  ¿Proyectos de futuro? 

Pues estaba empezando a preparar el nuevo montaje después de Infarto ¡No vayas a la luz!, pero ahora mismo como por desgracia no sabemos qué recorrido tiene la situación actual, la cosa está un poquito parada. 

Y por otro lado, acabamos de grabar un piloto, con un proyecto de comedia que creo que va a gustar mucho. A ver si alguna cadena lo compra. Y mientras tanto, pues nada, a seguir trabajando lo que podamos y nos dejen.

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