No hay forma de describirla… O sí. Lucrecia es alegría y color.
Ya llevas unos cuántos años aquí en Barcelona. ¿Qué te ha hecho quedar?
Muchas cosas. Al principio mi carrera, porqué vine aquí soltera, y ahora que he fundado mi familia, “ja m’he arrelat”, cómo se dice en catalán. (Ríe)
¿Te sientes catalana?
Sí, sí. Absolutamente. Cubano-catalana. (Sonríe)
¿Qué es lo que más echas de menos de Cuba?
La vida tranquila de allá, las cosas cotidianas, los amigos… Echo mucho de menos cuando mi tía me gritaba por el balcón y decía: “China, hay que ir al supermercado” y entonces mami iba.
Háblame de Mi gente, probablemente tu canción más conocida. ¿Cómo surgió?
Surgió en Nueva York, en el aeropuerto JFK. Allí estaba yo cuando escuché el sonido de un móvil y me recordó España. Había tanta gente, tanto movimiento… que yo no sé qué me dio, que empezó por ahí el coro. Luego ya compuse las estrofas y la acabé de redondear en el estudio de grabación de Bacardí, que justo entonces me pidió que hiciese un cambio en mi música. Mi gente la grabé embarazada, igual que Mira pa’l cielo y Ampárame.
¿De dónde sacas toda esta energía?
Es natural. Mira que me preguntan… pero es así. No hay más. Es algo innato que tengo. Yo me levanto cada mañana con felicidad, con la flor en la mano. Luego la flor, puede que se marchite, pero me voy a dormir y pienso: “Mañana se volverá a levantar”. (Ríe). ¡Claro que sí! Siempre busco la parte positiva de las cosas, hasta en los momentos más difíciles. Siempre. Y de aquí mis premios “Alegría de vivir”, que surgieron justo en el momento más galopante de la crisis.
¿Cómo fue?
Yo dije: “No puede ser que todo el mundo esté metido en eso”. Porqué, mira, tu lees, cantas, ves un partido de futbol, lees un artículo, un blog, ves una foto, ¡tienes recuerdos! ¡Esos instantes se tienen que valorar! Después ya vendrá otra vez el dolor y el tormento, pero por lo menos debemos disfrutar de esos momentos, para paliar un poco lo que se nos viene encima.
¿El momento más mágico de tu vida?
¡Ay! Cuando supe que estaba embarazada de mi hijo. Oh… Dios mío… Mi embarazo fue fantástico. Siempre le cantaba y le leía cuentos, porqué decían que era una manera de estimular sus sentidos. ¡Y el nacimiento fue maravilloso! Recuerdo a mi madre, cantándome La vida es un carnaval. Yo llorando de emoción ¡y mami cantándome eso! (Ríe)
Lucrecia y sus trencitas de colores.
¡Sí! (Ríe) José Anievas es el creador. Me costó mucho que me fuera a ver a Luz de Gas y cuando por fin vino a verme me dijo: “Te he visto con trenzas de colores. Tráeme todas las trocas a casa y ya veremos”. En aquel entonces no eran tan brillantes, eran más los colores de invierno. Cuando me miré, pensé: “Ui, pues tampoco están mal…”. Nunca más me las he quitado. Sólo para la grabación de la película Ataque verbal, que hice con Miguel Albaladejo, en Madrid. Cuando venía de camino para acá, llamé a José y le dije: “Póngame las trenzas que no puedo estar sin mis trencitas de colores”. (Ríe)
¿Son de fibra?
Si, junto con mi pelo trenzado. Es fibra que además es fluorescente, sobre todo las de color verde. Es fantástico, lo único que demora mucho en secarse. En verano está bien porqué se secan al viento pero ahora en invierno, y encima para mi voz… Hacía tiempo que no me las hacía tan largas, pero fui a la Gala de la Academia de los Grammy Grammy Salute To Music Legends, que rendían homenaje a las celebridades de la música, y quise ir toda maravillosa y glamurosa para el homenaje a Celia Cruz, dónde canté junto con Andy García, en el Teatro Dolby de Los Ángeles.
Con Celia Cruz tenías una conexión especial.
Si. Sin conocerla ya nos veían muchos puntos en común a nivel musical, y ya después cuando nos conocimos, vimos que teníamos muchas más cosas en común, como persona. Era tan cariñosa… Nos conocimos en Marbella, durante el homenaje a Bacardí, y fue súper amable conmigo. Fue entonces cuando le dediqué la canción Agua con azúcar y ron; en Cuba se toma mucho, y ella se sintió muy honrada. Luego nos volvimos a ver aquí, en El Grec, y se puso eufórica de saber que yo estaba embarazada. Tanto fue así que siempre, desde dónde estuviese, me llamaba para saber cómo iba el embarazo. Me acuerdo que en octubre, cuando ya se acercaba el momento de dar a luz, me llamó y me dijo que le gustaría que Jan, mi hijo, naciera el día 21, cómo ella. Pero que va… Él aún no quería salir, estaba en su bienestar fetal, muy tranquilito con su mamá… (Sonríe). Me fui a Madrid a firmar mi contrato con Warner, iba cantando aquí y allá, compuse toda la Banda Sonora de El Balsero… No nació hasta el 27 de octubre. Cuando Celia vino aquí a España, lo primero que hizo fue llamarme para conocer a Jan, ¡y le trajo unos regalos preciosos! Fue muy bonito porqué me contó su manager –que también somos muy buenos amigos– que la única vez que Celia fue en persona a buscar un regalo, fue para mi hijo. Celia, bajo la nieve de París, fue a buscar el regalo de Janito… Es tremenda. Y la verdad es que sí… nuestro amor ha sido un amor muy grande y sincero; ella siempre será una referencia para mí.
¿Proyectos de futuro?
Pues mira, gracias a Dios, este va a ser un año muy lindo. Ahora estoy con mi musical; en abril seguiremos con Los Lunnis de Leyenda, que estrenará su segunda temporada; y luego ya empieza la gira Lucrecia en concierto. Y por último, mis premios “Alegría de vivir”, que sólo falta por confirmar –por cuestiones de agenda– un premiado y ya el 28 de abril se iniciará la conexión.