Pepón Nieto: “Yo no quiero hacerme viejo en el escenario, yo quiero jubilarme como todo el mundo”

By 18 de novembre de 2024 cultura

Llevas en esta profesión más de 30 años… ¿Qué dirías que es lo que más ha cambiado desde tus inicios?

Ha cambiado mucho. Sobre todo en el sentido de que antes hacíamos giras y estábamos fuera de casa un montón de tiempo, porque se programaba mucho más seguido. Había una programación continuada y en muchas ciudades se hacía teatro, prácticamente, todos los días de la semana.  Ahora, en ese aspecto, es mucho más complicado… Solo se mantiene una programación continuada en Madrid, Barcelona, y quizás alguna cosa en Valencia, pero muy poquito. En el Teatro Olympia y poco más.

Lo dices con un punto melancólico. ¿Echas de menos que fuera así?

Bueno, yo creo que el teatro cambia según cambia la gente y la sociedad, ¿no? Pero, sí, a mí me gustaba esa cosa de salir de gira y estar fuera todo el tiempo. Era mucho más cansado, ciertamente, pero tenía algo más de encanto. 

Entiendo que el público de cada región es distinto. ¿Cómo los definirías? 

Pues sí, es gracioso porque de igual forma que el país es tan diferente, en todas sus formas, los públicos también lo son. Por ejemplo, en Valencia son una fiesta. Esa gente se ríe mogollón. Tienen esa personalidad, como para fuera. Como de la falla… De pegarle fuego a todo, ¿sabes? Y en Andalucía también, ¿eh? Pero más en Levante, fíjate lo que te digo. Y luego hay públicos, pues, mucho más austeros. Como en Castilla y León, por ejemplo, que suelen estar muy callados y tratan de reírse poco, a ver si se pierden algo. Pero bueno, al final, la arquitectura de la comedia funciona donde sea y, eso, te ampara mucho. 

¿Cómo consigues entrar en tus personajes?

Bueno, el texto es la fuente. Y a mí también me gusta mucho reunirme y hablar con el director. Y, si está vivo, también con el autor. Soy muy pesado, lo reconozco. (Ríe) No sé, me interesa mucho saber qué es lo que quieren contar y, sobre todo, desde qué sitio. Necesito entender dónde está su mirada para colaborar con ella y ser un poco el vehículo de eso, ¿no?

Y, básicamente, cuando me preparo un personaje, busco ver como —yo— me siento e intento imaginar cómo reaccionaría ante esa situación. Es que, sí, actuar es mentir, pero hay una parte de verdad muy grande, que es la que te implica a ti como persona. 

¿Eres muy exigente contigo mismo? 

Sí. Y no lo digo con la boca grande… Pero bueno, he aprendido a no verme. De hecho, muchas de las cosas que he hecho, no las he visto.  

¿Cómo por ejemplo?

Es que me van a matar… (Ríe) Pero, por ejemplo, hay muchísimos capítulos de ‘Los hombres de Paco’ que no he visto. Y yo creo que de ‘Amar es para siempre’ —que se hicieron como doscientos y pico— habré visto uno o dos, no más. La cosa es que si no me lo encuentro y no tengo la obligación de verlo, yo no lo busco. 

Pero más allá de eso, yo sobre todo me refería a que, cuando estoy rodando, no voy al monitor a verme —a no ser que me lo pida el director porque quiere corregirme alguna posición o algo así—. Pero como no sea una cosa muy técnica, yo me niego a verme en el monitor. No me gusta y no quiero hacerlo. Porque no, porque me agobio, porque no me gusta lo que veo y porque tampoco soy objetivo conmigo mismo. 

Así que sí, soy muy exigente en ese sentido. Igual que también lo soy a la hora de preparar mi trabajo, que soy muy minucioso y muuuy coñazo. En conclusión: Trato de ir muy preparado al trabajo, pero luego también trato de no verlo. 

Recuperando una frase tuya: “Se aprende más de los errores que de los aciertos”… ¿Qué error dirías que te ha dado la mayor lección de tu vida? 

Uy, yo cometo muchos errores y lo malo es que los vuelvo a repetir, así que no te sabría decir… Yo creo que la gran lección es la humildad ante el error. La capacidad de desechar el orgullo, de asumir el error y de poder pedir perdón. E incluso, si se puede, reírse de la equivocación. Si el sentido del humor está, tienes mucho ganado. Al final, todos nos equivocamos.

De esto mismo trata ‘La comedia de los errores’.

Sí. Esta obra nos da la posibilidad de celebrar el error, de hacer una fiesta alrededor de la equivocación y de reconocer que el peso de la verdad absoluta es un coñazo. Esa gente que es como inamovible en su criterio, a mí, me da mucha pereza. 

Y por último, cuando sea el momento, ¿tienes intención de jubilarte?

Claramente. De hecho, yo nunca he pedido el paro —ni siquiera durante la pandemia— y llevo cotizando desde los diecisiete años. Así que sí, cuando me toque, me voy a jubilar. De hecho, ya me estoy informando de todo. De todos los derechos y beneficios, de la tarjeta dorada para viajar en el AVE, de los viajes del Imserso… De todo, de todo. Yo pienso aprovecharlo todo. (Ríe)

Y, luego, si sale alguna cosilla puntual, existe la jubilación activa. Yo parado no voy a estar. Pero sí que quiero viajar. Y también, tengo una casita en Cádiz, a la que voy muy poco, y me gustaría irme allí. No sé, yo creo que está bien ya. Yo no quiero hacerme viejo en el escenario, yo quiero jubilarme como todo el mundo y empezar a recuperar algo de lo que he cotizado, que ha sido mucho.

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