¿Cómo recuerdas tus inicios? ¿Siempre supiste que querías ser actor?
Yo creo que sí. La cosa es que mis padres eran muy aficionados al teatro y me llevaron desde muy pequeño a verlo y, claro, yo supongo que aquello fue gestando en mí el deseo de participar en esa magia que yo veía, ¿no? Pero tampoco de una manera muy consciente. De hecho, cuando ya terminé el colegio, empecé a estudiar Arquitectura —porque mi padre era arquitecto y siempre me había gustado jugar a diseñar casas con él— pero como también me gustaba el teatro, al mismo tiempo me apunté a la Escuela de William Layton. Y allí empezó todo.
Ganó el teatro.
Sí, ganó el teatro, pero después de tres años, ¿eh? (Ríe) Durante ese tiempo estuve combinando la carrera de Arquitectura con la escuela de teatro.
Lo que pasó fue que la escuela de teatro de William Layton estaba adherida al grupo T.E.I —una compañía muy emblemática de aquella época, como Els Joglars aquí en Cataluña— que se nutría de gente de la escuela cuando les faltaba alguien. Total, que me llamaron para hacer una substitución y ahí ya fue cuando dije: “¡Uy!, esto me gusta demasiado”. (Ríe)
¿Cuál fue tu debut profesional?
Lo primero que hice fue ‘Así que pasen cinco años’, una obra muy bonita de Federico García Lorca. Una obra muy especial, y al mismo tiempo surrealista, que dirigió Miguel Narros en el Teatro Eslava de Madrid. Un teatro, que por cierto, ya hace bastantes años que desapareció y se convirtió en el Joy Eslava, una discoteca muy famosa de Madrid. (Ríe) Ese fue mi debut, en el año 78. Imagínate, de todo hace ya muchísimo tiempo…
Claro, eran otros tiempos. ¿Qué dirías que es lo que más ha cambiado?
Bueno, puede que hayan cambiado un poco las costumbres, pero yo creo que en esencia todo sigue siendo igual. Sí que recuerdo que cuando yo empecé —al menos en Madrid, que es de donde puedo hablar más— había más puntos de encuentro para los actores. Había lugares como la cafetería o el bar del Teatro María Guerrero y otros muchos sitios donde la gente, después de las funciones, solía ir a tomarse una copa. Y, entre actores, se comentaba un poco la jugada y era muy enriquecedor porque se creaba un ambiente muy familiar. Eso yo creo que ha desaparecido. Ya no existe.
Has hecho muchísimo teatro, cine y televisión. Si tuvieras que elegir, ¿Con cuál te quedarías?
Mira, yo tengo como dos residencias, una es el escenario y otra la cámara. En la segunda, paso temporadas muy largas y me encanta, pero mi casa —mi primera residencia donde tengo mi manta, mi libro y mi taza favorita— está en el escenario. Nunca voy a dejar de hacer teatro. Y cuando ya no tenga facultades, leeré un poema o haré un recital, pero siempre estaré pisando el escenario. (Ríe)
Desde el 2001 eres la voz en off de ‘Cuéntame cómo pasó’, siendo de alguna forma el protagonista de la serie. ¿Cómo has vivido todo este proyecto, de más de 20 años?
Bueno, es que lo de ‘Cuéntame’ fue… (Ríe) Recuerdo que cuando arrancó la serie, me llamó el productor, Miguel Ángel Bernardeau, para proponerme hacer la voz en off. Y yo me enfadé con él. (Ríe) Le dije: “O sea, empiezas una serie ¿y no me das un personaje? ¿Me das una voz en off?”. Claro, yo pensaba: “¿Tan malo soy que no me puede dar un papel?”. Y le dije que no, que esto se lo hiciera un locutor. (Ríe)
Luego me explicó que su idea era que éste fuera un personaje más de la serie, aunque no apareciera en imagen y, al final, acepté. ¡Afortunadamente! Porque fíjate tú, con el tiempo se convirtió en uno más y terminó siendo algo muy emblemático de la serie, ¿no? Es muy curioso porque yo siempre pensé que iba a ser un trabajo muy anónimo y, sin embargo, ya ves.
Y, claro, participar en ‘Cuéntame’ ha sido estupendo porque me ha permitido, por un lado, estar una serie que es mítica —casi la más longeva de la ficción europea— y, a la vez, como solo salía —en imagen— en una temporada de las 23 que se han hecho, he podido hacer al mismo tiempo un montón de otras series, porque no interferían para nada.
Y luego llegó ‘Vis a vis’, que fue un auténtico bombazo. ¿Qué recuerdo guardas de esa época?
Increíble. Es que el personaje del padre de Maca era precioso, ¡hombre! Era un poco como el Walter White de ‘Breaking Bad’, ¿no? Un hombre bueno que de pronto, por las circunstancias de la vida, acaba convertido en pistolero. (Ríe) Uy, ‘Vis a Vis’ fue maravilloso.
Las cosas te han ido muy bien.
Sí. Mi suerte fundamental ha sido tener siempre trabajo continuado. Y más en este oficio, que es tan intermitente e ingrato, a veces. Yo es que prácticamente no he estado nunca parado —y me da como vergüenza decirlo porque en nuestro oficio hay a lo mejor un 10% de gente que puede vivir de ello— y me siento muy afortunado en ese sentido. Y, ya, el premio gordo de la lotería que he tenido yo es que me han tocado muy buenos equipos, títulos, directores, repartos… Tanto en cine como en teatro y tele. Eso me ha permitido aprender y crecer muchísimo.
Y más allá de la suerte, ¿qué dirías que te hace especial?
Considero que tengo algunas cualidades que para este oficio son beneficiosas. A mí, una de las cosas que mis padres —que eran dos seres extraordinarios— me enseñaron desde pequeño, fue que intentara dejar buen recuerdo por donde pasara e intentara hacerle la vida agradable a la gente que tenía a mi alrededor, porque eso siempre me volvería, ¿no? Y eso he intentado hacer. Igual algunas veces no lo he conseguido, pero siempre lo he intentado.
Y creo que eso, en un oficio donde dependes mucho de los equipos de trabajo, me ha ayudado bastante. Al final, es más probable que te vuelvan a llamar si dejas un buen recuerdo que si están hartos de trabajar contigo, ¿no? (Ríe)
Y ahora estás aquí en el Teatre Romea representando ‘Burro’, hasta el 2 de junio. ¿Por qué recomendarías la obra?
Porque es una obra preciosa. Un texto muy bonito, que ha escrito Álvaro Tato, con música en directo y lleno de poesía, ternura, sentido del humor… Es una apuesta diferente, que tiene un planteamiento que, al principio, la gente se queda un poco como diciendo: “¿Y esto qué es?”. Pero luego se crea una empatía entre el patio de butacas y el escenario… Impresionante.
¿Y después de ‘Burro’, proyectos a la vista?
Cuando termine ‘Burro’ haré una obra muy interesante, escrita por Juan Carlos Rubio y Yolanda García Serrano, que se llama ‘Música para Hitler’. Una trama muy curiosa donde voy a interpretar a un personaje emblemático de la cultura catalana, que es el gran violoncelista Pau Casals. Una historia potentísima.